tag:blogger.com,1999:blog-79675919233846360992024-02-20T08:31:03.121-08:00CUENTOS CLÁSICOS del ULTRATÓNICOAquí se publican los cuentos que el autor del ULTRATÓNICO selecciona para su lectura
http://ultratonico.blogspot.com Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/15788180404346372291noreply@blogger.comBlogger7125tag:blogger.com,1999:blog-7967591923384636099.post-10008931935451556202013-01-30T12:23:00.002-08:002013-01-30T12:30:41.857-08:00DE CÓMO PANCHITO MANDEFUÁ FUE A CENAR CON EL NIÑO JESÚS. José Rafael Pocaterra<div style="text-align: justify;">
<em><strong></strong></em><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<strong>I</strong></div>
<div style="text-align: justify;">
<em><strong>A ti que esta noche irás a sentarte a la mesa de los tuyos, rodeado de tus hijos, sanos y gordos, al lado de tu mujer que se siente feliz de tenerte en casa para la cena de navidad; a ti que tendrás a las doce de esta noche un puesto en el banquete familiar, y un pedazo de pastel y una hallaca y una copa de excelente vino y una taza de café y un hermoso “Hoyo de Monterrey”, regalo especial de tu excelente vicio; a ti que eres relativamente feliz durante esta velada, bien instalado en el almacén y en la vida, te dedico este cuento de Navidad, este cuento feo e insignificante, de Panchito Mandefuá, granuja billetero, nacido de cualquiera con cualquiera en plena alcabala, chiquillo astroso a quien el Niño Dios invitó a cenar.</strong></em></div>
<div style="text-align: justify;">
<strong><em></em></strong><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">II</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Como una flor de callejón, por gracia de Dios no fue palúdico, ni zambo, ni triste; abrióse a correr un buen día calle abajo, calle arriba, con una desvergüenza fuerte de nueve años, un fajo de billetes aceitosos y paltó de casimir indefinible que le daba por las corvas y que era su magnífico macferland de profundos bolsillos profundos, con bolsillito un pequeño para los cigarrillos, que era su orgullo, y que le abrigaba en las noches del enero frío y en los días de lluvia hasta cerca de la madrugada, cuando los puestos de los tostaderos son como faros bienhechores en el mar de niebla, de frío y de hambre que rodea por todas partes en la soledad de las calles, al pobre hamponcillo caraqueño. Hasta cerca de media noche, después de hacer por la mañana la correría de San Jacinto y del Pasaje y el lance de doce a una en las puertas de los hoteles, frente a los teatros o por el boulevard del Capitolio, gritaba chillón, desvergonzado, optimista:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Aquí lo cargooo…El tres mil seiscientos setenta y cuatro, el que no falla nunca ni fallando, ¡archipetaquiremandefuá…!</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El día bueno, de tres mil billetes y décimos, Panchito se daba una hartada de frutas; pero cuando sonaban las doce y sólo- después de soportar empellones, palabras soeces, agrios rechazos de hombres fornidos que toman ron- contaban en la mugre del bolsillo catorce o dieciséis centavos por pedacitos vendidos, Panchito metíase a socialista, le ponía letra escandalosa a “La maquinita” y aprovechaba el ruido de una carreta o el estruendo de un auto para gritar obscenidades graciosísimas contra los transeúntes o el carruaje del General Matos o de cualquiera de esos potentados que invaden la calle con un automóvil enorme entre una alarido de cornetas y una hediondez de gasolina…; y terminaba desahogándose con un tremendo “Mandefuá” donde el muy granuja encerraba como en una fórmula anarquista todas sus protestas al ver, como él decía, las caraotas en aeroplano.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Quiso vender periódicos, pero no resultaba; los encargados le quitaron la venta: le ponía el “mandefuá” a las más graves noticias de la guerra, a las necrologías, a los pesares públicos:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Mira hijito- le dijeron- mejor es que no saques el periódico, tú eres muy Mandefuá.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">III</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Tuvo, pues, Panchito su hermoso apellido Mandefuá, obra de él mismo, cosa esta última que desdichadamente no todos son capaces de obtener, y él llevaba aquel Mandefuá con tanto orgullo como Felipe, Duque de Orleans, usaba el apelativo de Igualdad en los días un poco turbios de la Convención, cuando el exceso de apellidos podía traer consecuencias desagradables.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pero Panchito era menos ambicioso que el Duque y bastábale su “medio real podrido”- como gritaba desdeñosamente tirándoles a los demás de la blusa o pellizcándoles los fondillos en las gazaperas del Metropolitano.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Una grada para muchacho, bien ¡Mandefuá!</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">De sus placeres más refinados era el irse a la una del día, rasero con la estrecha sombra de las fachadas, y situarse perfectamente bajo la oreja de un transeúnte gordo, acompasado, pacífico; uno de esos directores de ministerio que llevan muchos paqueticos, un aguacate y que bajan a almorzar en el sopor bovino del aperitivo:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">- El mil setecientos cuarenta y siete ¡mandefuá!</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">- Granuja ¡atrevido!</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Y Panchito, escapando por la próxima bocacalle, impertérrito:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Ese es premiado, ¡no se caliente mayoral!</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El título de Mayoral lo empleaba ora en estilo epigramático, ora en estilo</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Elevado, ora como honrosa designación para los doctores y generales del interior a quienes les metía su numeroso archipetaquiremandefuá.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Y con su vocablo favorito, que era panegírico, ironía, apelativo –todo a su tiempo-, una locha de frito y un centavo de cigarros de a puño comprado en los kioscos del mercado, Panchito iba a terminar la velada en el Metro con “Los misterios de Nueva York”, chillando como un condenado cuando la banda apresaba a Gamesson advirtiéndole a un descuidado personaje que por detrás le estaba apuntando un apache con una pistola o que el leal perro del comandante Patouche tenía el documento escondido en el collar. Indudablemente era una autoridad en materia de cinematógrafo y tenía orgullo de expresarlo entre sus compañeros, los otros granujas:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Mira, vale, para que a mí me guste una película tiene que ser muy crema.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">IV</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Panchito iba una tarde calle arriba pregonando un número “premiado” como si lo estuviese viendo en la bolita… Detúvose en una rueda de chicos después de haber tirado de la pata a un oso de dril que estaba en una tienda del pasaje y contemplando una vidriera donde se exhibían aeroplanos, barcos, una caja de soldados, algunos diávolos, un automóvil y un velocípedo de “ir parado”… Y, de paso rayó con el dedo y se lo chupó, un cristal de la India a través del cual se exhibían pirámides de bombones, pastelillos y unos higos abrillantados como unas estrellas.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">En medio del corro malvado, vio una muchachita sucia que lloraba mientras contemplaba regada por la acera una bandeja de dulces; y como moscas, cinco o seis granujas, se habían lanzado a la provocación de los ponqués y de los fragmentos de quesillo llenos de polvo. La niña lloraba desesperada, temiendo el castigo.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Panchito estaba de humor; cinco números enteros y seis décimos ¡ochenta y seis centavos! La sola tarde después de haber comido y “chuchado”… Poderoso. Iría al Circo que daba un estreno, comería hallacas y podría fumarse hasta una cajetilla. Todavía le quedaban dos bolívares con que irse por ahí, del Maderero abajo para él sabía qué… ¡Una noche buena crema!</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Seguía llorando la chiquilla y seguían los granujas mojando en el suelo y chupándose los dedos…</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Llegó un agente. Todos corrieron, menos ellos dos.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¿Qué fue? ¿Qué pasó?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Y ella sollozando:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Que yo llevaba para la casa donde sirvo esta bandeja, que hay cena para esta noche y me tropecé y se me cayó y me van a echar látigo…</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Todo esto rompiendo a sollozar.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Algunos transeúntes detenidos encogiéronse de hombros y continuaron.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Sigan, pues- les ordenó el gendarme.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Panchito siguió detrás de la llorosa.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Oye, ¿cómo te llamas tú?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">La niña se detuvo a su vez, secándose el llanto.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¿Yo? Margarita</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¿Y ese dulce era de tu mamá?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Yo no tengo mamá.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¿Y papá?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Tampoco</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¿Con quién vives tú?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Vivía con una tía que me “concertó” en la casa en que estoy.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¿Te pagan?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¿Me pagan qué?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Panchito sonrío con ironía, con superioridad:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Guá, tu trabajo: al que trabaja se le paga, ¿no lo sabías?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Margarita entonces protestó vivamente:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Me dan la comida, la ropa y una de las niñas me enseña, pero es muy brava.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¿Qué te enseña?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-A leer… Yo sé leer, ¿tú no sabes?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Y Panchito, embustero y grave:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¡Puah! Como un clavo… Y sé vender billetes, y gano para ir al cine y comer frutas y fumar de a caja…</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Dicho y hecho, encendió un cigarrillo… Luego, sosegado:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¿Y ahora qué dices allá?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Diga lo que diga, me pegan…- repuso con tristeza, bajando la cabecita enmarañada.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¿Y cuánto botaste?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Seis y cuartillo, aquí está lista- y le alargó un papelito sucio.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¡Espérate, espérate!- le quitó la bandeja y echó a correr.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Un cuarto de hora después volvió:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Mira, eso era lo que se te cayó, ¿nojerdá?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Feliz, sus ojillos brillaron y una sonrisa le iluminó la carita sucia.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Sí… eso.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Fue a tomarla, pero él la detuvo:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">- ¡No, yo tengo más fuerza, yo te la llevo!</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Es que es lejos- expuso tímida.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¡No importa!</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Por el camino él le contó, también que no tenía familia, que las mejores películas eran en las que trabajaba Gamesson y que podían comerse un gofio…</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Yo tengo plata, ¿sabes?- y sacudió el bolsillo de su chaquetón tintineante de centavos.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Y los dos granujas echaron a andar.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Los hociquillos llenos de borona, seguían charlando de todo. Apenas si se dieron que llegaban.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Aquí es… dame.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Y le entregó la bandeja.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Quedarónse viendo ambos los ojos:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¿Cómo te pago yo?- le preguntó con tristeza tímida.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Panchito se puso colorado y balbuceó:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Si me das un beso.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¡No, no! ¡Es malo!</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¿Por qué…?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Guá, porque sí…</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pero no era Panchito Mandefuá a quien se convencía con razones como ésta; y la sujetó por los hombros y le pegó un par de besos llenos de gofio y de travesura.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Grito…, que grito…</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Estaba como una amapola y por poco tira otra vez la dichos dulcera.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Ya está, pues, ya está.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">De repente se abrió en ante portón. Un rostro de garduña, de solterona fea y vieja apareció:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">¡Muy bonito el par de vagabunditos estos!- gritó.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El chico echó a correr. Le pareció escuchar a la vieja mientras metía dentro a la chica de un empellón.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Pero, Dios mío, ¡qué criaturas tan corrompidas éstas desde que no tienen edad! ¡Qué horror!</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">V</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">¡Era un botarate! No le quedaban sino veintiséis centavos, día de Noche Buena… Quien lo mandaba a estar protegiendo a nadie…</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Y sentía en su desconsuelo de chiquillo una especie de loca alegría interior… No olvidaba en medio de su desastre financiero, los dos ojos, mansos y tristes de Margarita. ¡Qué diablos! El día de gastar se gasta “archipetaquiremandefuá…</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">A las once salió del circo. Iba pensando en el menú: hallacas de “a medio”, un guarapo, café con leche, tostadas de chicharrón y dos “pavos rellenos” de postre. ¡Su cena famosa! Cuando cruzaba hacia San Pablo, un cornetazo brusco, un soplo poderoso y Panchito Mandefuá apenas quedó, contra la acera de la calzada, entre los rieles del eléctrico, un harapo sangriento, un cuerpecito destrozado, cubierto con un paltó de hombre, arrollado, desgarrado, lleno de tierra y de sangre..</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Se arremolinó la gente, los gendarmes abriéndose paso…</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¿Qué es? ¿Qué sucede allí?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¡Nada hombre! Que un auto mató a un muchacho “de la calle”</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¿Quién…? ¿Cómo se llama…?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-¡No sé sabe! Un muchacho billetero, un granuja de esos que están bailándole a uno delante de los parafangos…- informó, indignado, el dueño del auto que guiaba un “trueno”.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">VII</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Y así fue a cenar en el Cielo, invitado por el Niño Jesús esa Noche Buena, Panchito Mandefuá…</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<em><strong><div style="text-align: justify;">
<br />José Rafael Pocaterra<br />Valencia, Edo.Carabobo, Venezuela 18/12/1889 - Montreal, Canadá 18/04/1955</div>
</strong><div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</em><div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/15788180404346372291noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7967591923384636099.post-8890734084593505882012-12-06T16:28:00.000-08:002012-12-06T16:28:05.365-08:00AMIGAS DE PENSIONADO. Villiers de L'Isle Adam<br />
<div align="center">
<table border="1" cellpadding="0" class="MsoNormalTable" style="mso-cellspacing: 1.5pt; mso-padding-alt: 7.5pt 7.5pt 7.5pt 7.5pt; mso-yfti-tbllook: 1184; width: 600px;">
<tbody>
<tr style="mso-yfti-firstrow: yes; mso-yfti-irow: 0;">
<td style="background: white; border: rgb(0, 0, 0); padding: 7.5pt; width: 100%;" width="100%"><div align="center" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><u><span style="color: windowtext; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: x-large;">Amigas
de pensionado</span></span></u></i></b><span style="color: windowtext; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><br /><span style="font-size: x-large;">
</span></span><span style="color: windowtext;"><span style="font-size: x-large;">Villiers de L'Isle
Adam</span></span><span style="color: windowtext;"><o:p></o:p></span></div>
</td>
</tr>
<tr style="mso-yfti-irow: 1; mso-yfti-lastrow: yes;">
<td style="background: white; border: rgb(0, 0, 0); padding: 7.5pt; width: 100%;" width="100%"><table align="left" border="0" cellpadding="0" class="MsoNormalTable" style="mso-cellspacing: 1.5pt; mso-padding-alt: 0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-table-anchor-horizontal: column; mso-table-anchor-vertical: paragraph; mso-table-left: left; mso-table-lspace: 2.25pt; mso-table-rspace: 2.25pt; mso-yfti-tbllook: 1184;">
<tbody>
<tr style="mso-yfti-firstrow: yes; mso-yfti-irow: 0; mso-yfti-lastrow: yes;">
<td style="background-color: transparent; border: rgb(0, 0, 0); padding: 0.75pt;"><div align="center">
<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" class="MsoNormalTable" style="border-collapse: collapse; mso-padding-alt: 0cm 0cm 0cm 0cm; mso-yfti-tbllook: 1184;">
<tbody>
<tr style="mso-yfti-firstrow: yes; mso-yfti-irow: 0;">
<td style="background-color: transparent; border: rgb(0, 0, 0); padding: 0cm; width: 100%;" width="100%"><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<i><span style="color: windowtext; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">A Octave Maus</span></i><span style="color: windowtext; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><o:p></o:p></span></div>
</td>
</tr>
<tr style="mso-yfti-irow: 1; mso-yfti-lastrow: yes;">
<td style="background-color: transparent; border: rgb(0, 0, 0); padding: 0cm; width: 100%;" width="100%"><div align="right" style="text-align: right;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="color: windowtext;"></span></i> </div>
<div align="right" style="text-align: right;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="color: windowtext;">Nada sirve de
nada. Y, ante todo, no hay nada.<br />
Sin embargo, todo llega, pero esto es indiferente</span></i><span style="font-size: large;"><span style="color: windowtext;"><span style="font-size: small;">.<br />
-Théophile Gautier</span></span></span></div>
<div align="right" style="text-align: right;">
<span style="font-size: large;"><span style="color: windowtext;"> </span><span style="color: windowtext;"><o:p></o:p></span></span></div>
<span style="font-size: large;">
</span></td><span style="font-size: large;">
</span></tr>
<span style="font-size: large;">
</span></tbody></table>
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Hijas de
padres ricos, Félicienne y Georgette ingresaron, siendo muy niñas aún, en
el célebre pensionado de la señorita Barbe Désagrémeint. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Allí -aunque
las últimas gotas del destete humedecieran todavía sus labios-, las unió
pronto una amistad profunda, basada en su coincidencia respecto a las
naderías sagradas del tocado De la misma edad y de un encanto de la misma
índole, la paridad de instrucción sabiamente restringida que recibieron
juntas consolidó su afecto. Por otra parte, ¡oh misterios femeninos!, al
punto e instintivamente, a través de las brumas de la tierna edad, habían
sabido que no podían hacerse sombra. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">De clase en
clase, no tardaron en advertir, por mil detalles de sus modales, la estima
laica en que se tenían ellas mismas y que habían heredado de los suyos: lo
indicaba la seriedad con que comían sus rebanadas de pan con mantequilla de
la merienda. De modo que, casi olvidadas de sus familias, cumplieron
dieciocho años casi simultáneamente, sin que ninguna nube hubiese nunca
turbado el azul de su mutua simpatía, que, por otra parte, daba solidez a
la exquisita terrenalidad de sus naturalezas, y por otro, idealizaba, si
podemos decirlo, su “honradez” de adolescentes. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Bruscamente,
habiendo la Fortuna conservado su deplorable carácter versátil, y como no
existe nada estable en este mundo, ni siquiera en los tiempos modernos,
sobrevino la Adversidad. Sus familias, radicalmente arruinadas en menos de
cinco horas por La Gran Quiebra, tuvieron que sacarlas rápidamente del
pensionado, donde, por lo demás, la educación de ambas señoritas podía
considerarse como terminada. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Se trató en
seguida de casarlas, por medio de anuncios, como supremo recurso, el único
arriesgado, sin demasiada locura, en aquella desgracia. Se ponderaron, en
tipografía diamantina, sus “cualidades del corazón”, lo atractivo de sus
figuras, su gentileza, sus estaturas, incluso su sensatez y sus
inclinaciones caseras. Hasta se llegó a imprimir que sólo les gustaban los
viejos. No se presentó ningún partido. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">¿Qué hacer?
¿Trabajar? Perspectiva poco seductora y de incómoda práctica. Es verdad que
Georgette demostraba cierta tendencia hacia la confección; y, por lo que
atañe a Félicienne, algo la empujaba hacia la enseñanza. Pero se hubiera
requerido lo imposible, a saber: esos primeros gastos de útiles y de
instalación, gastos que (¡ siempre topando con esa bribona de Adversidad!)
sus padres sólo podían permitirse en sueños. Fatigadas de la lucha, las dos
muchachas, como sucede demasiado a menudo en las grandes ciudades, una
noche, por primera vez, se retrasaron... hasta las doce y media del día
siguiente. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Entonces
empezó la vida galante: fiestas, placeres, cenas, amores, bailes, carreras
y estrenos. Sólo veían a sus familiares para hacerles pequeños servicios,
proporcionarles entradas de teatro gratuitas o algo de dinero. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">En medio de
aquel torbellino de polvo dorado, y aunque sus nuevas ocupaciones las
obligaban por conveniencia a vivir separadas, Félicienne y Georgette debían
fatalmente encontrarse. Sí, era inevitable. Pues bien, su amistad, lejos de
atenuarse a causa de ese cambio de vida, se hizo más estrecha. En efecto,
en medio del vértigo del mundo, es agradable poder solazarse, de vez en
cuando, con algo puro y honrado, y ese algo lo obtenían, entre ellas, por
el sencillo cambio mutuo de una mirada de otros tiempos cargada de
inocentes recuerdos de su infancia en la Institución Désagrémeint, noble y
casta ilusión cuyo inalienable tesoro afianzaba su simpatía. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">La impresión
que sacaban con esta respectiva mirada les procuraba -por su contraste y a
voluntad- una dulzona melancolía en la que ambas saboreaban por lo menos un
resabio de aquella estima laica que les era innata. En una palabra, cada
una sentía “que no eran las primeras llegadas”. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Una y otra,
como es de rigor, habían escogido desde el principio lo que se llama un
“amigo del corazón”, esa cosa sagrada sita en un lugar más alto que todas
las cuestiones venales. Cuando se tienen muchos adquirientes, ¡es tan dulce
descansar, recobrarse en alguien gratuito! En verdad, ni Georgette ni
Félicienne -sobre todo ésta- se sentían muy apegadas a esos preferidos, los
cuales en el fondo no eran más que una especie de contrabandistas mezclados
de proxenetas. Pero, bien considerado todo, aquellos dos jóvenes de los
bulevares, con su elegancia útil, conferían a nuestras inseparables amigas
un sello de debilidad atractiva que completaba su seductora morbidez. Un
“amigo del corazón”, en efecto, coloca de nuevo en la opinión a toda mujer
de costumbres un poco libres. Se oye decir: “¡Cómo! ¿Todavía estás con
fulanito de tal?” Y se contesta: “¡Qué quieres! ¡Lo amo!”, lo cual
demuestra que, después de todo, una no es de madera. En fin, el “amigo del
corazón” es, desde el punto de vista moral, para una mujer ligera de
cascos, lo mismo que, por lo que respecta a lo físico, un “hombre guapo”
con el cual una se pasea del brazo: forma parte del tocado. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;"><o:p></o:p></span></span> </div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Luego sucedió
que -por uno de esos azares que surgen al final de las cenas tan frecuentes
en la vida mundana- Georgette fue acompañada a su casa, de madrugada, por
el joven Enguerrand de Testevuyde (el “amigo del corazón” de Félicienne),
el cual recaló en el domicilio de la joven hasta la hora del aperitivo,
circunstancia, claro está, que fue relatada a Félicienne aquella misma
tarde, gracias a los buenos oficios de amigas de confianza. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">La conmoción
que Félicienne experimentó tuvo como primera consecuencia un síncope.
Cuando volvió en sí, no dijo nada, pero su tristeza era honda. No acababa
de hacerse a la idea de lo ocurrido. ¿Cómo era posible que su única amiga,
su otro yo, le hubiese, a sabiendas, arrebatado, no uno de esos señores,
sino aquel que era sagrado? El ultraje de aquella inesperada perfidia le
parecía tan absurdo, tan inmerecido, tan despreciable, que no merecía su
cólera. Y luego no podía comprender que Georgette, incluso impulsada por un
histérico enloquecimiento, se hubiese decidido a hacer tabla rasa a la vez
de su amistad y del tesoro común de los refrescantes recuerdos que ambas
perdían a causa de una riña irreparable. Félicienne se sentía rodeada de un
vacío atroz, donde se hundió hasta la infidelidad de Enguerrand.
Renunciando a comprender sus amores, cerró la puerta a ambos, sin
explicación, porque no le gustaba el escándalo. Y la vida continuó para
ella, lejos de aquella pareja de sombras. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">La primera
vez, por ejemplo, que se volvieron a ver en el Bosque de Bolonia,
Félicienne, más que fría, estuvo glacial. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Ambas iban en
coche, solas, como es de suponer, en medio de la hilera de carruajes, en la
Avenida de las Acacias. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Félicienne
miró fijamente, sin saludarla, a su antigua amiga, la cual, ¡cosa extraña!,
le sonreía con la encantadora franqueza de otros tiempos. Desconcertada por
la actitud de Félicienne, Georgette la miró a su vez con sus bellos ojos
límpidos y un aire de asombro tan sincero, que Félicienne se sintió conmovida.
¿Pero cómo hablar con ella delante de la gente? Era necesario reprimirse.
Los dos vehículos se cruzaron. Eso fue todo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Se
encontraron, una y otra vez, en algunas cenas. Ciertamente, en tales
ocasiones, Félicienne procuraba no dejar traslucir su resentimiento. Sin
embargo, Georgette, habituada a las inflexiones de voz de su amiga, no la
reconocía y parecía no comprender el motivo de aquella helada reserva. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Pero, ¿ qué
te pasa, Félicienne? <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¿A mí? Nada.
Estoy como de costumbre. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Decentemente,
Georgette no podía ir más lejos, no podía transformar la cena en
explicación. A la larga, la vida va hoy tan rápidamente, la despreocupada
inconsciencia es tan grande, son tantas las diversiones -y siempre se
encontraban rodeadas de gente-, que una y otra, durante más de cuatro
meses, se contentaron con resumir, en casa, cada día, con algunos suspiros
acompañados de uno o varios furtivos sollozos la pena compleja que ese
súbito entibiamiento causaba a sus sensibles corazones y que, por una
indolencia sin nombre, no se tomaban la molestia de esclarecer. En
realidad, ¿a dónde las hubiera conducido una “explicación”? <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Ésta tuvo
lugar, sin embargo. Fue después de una función de circo. Ambas estaban
solas en un salón particular de un cabaret nocturno, donde esperaban, en
silencio, a unos señores. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-En fin -dijo,
de repente, Georgette, con lágrimas en los ojos-, ¿quieres decirme, sí o
no, qué tienes contra mí? ¿Por qué me causas esta pena, de la que sé bien
que tú debes sufrir también? <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¡Oh, puedes
quedarte con tu Enguerrand, quiero decir con el señor de Testevuyde!
-contestó Félicienne, con sequedad-. En realidad, ya no me interesaba. Pero
hubieras podido escoger mejor o prevenirme de que te gustaba. Yo hubiera
avisado. No se roba a una amiga el amante de su corazón. Que yo sepa, no he
tratado de robarte a tu Melchior. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¿Yo? -dijo
Georgette, con ojos de gacela sorprendida-. ¿ Que yo te he robado... y que
éste es el motivo...? <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¡No lo
niegues! -contestó desdeñosamente Félicienne-. Lo sé. Estoy segura, ¡vaya!,
de las cuatro primeras noches que le concediste. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¡Y hasta
podrías decir seis! -replicó sonriendo Georgette-. ¡ Fueron seis en total!<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¿De veras? ¿Y
por un capricho tan efímero has arruinado nuestra amistad? ¡Te felicito! <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¿Un capricho,
yo, y por tu amante? -dijo Georgette en tono plañidero, levantando los ojos
al cielo-. ¿Y me has creído capaz de tal perfidia después de quince años de
amistad? ¡ O estás loca o eres mala! <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Entonces,
¿qué significa tu conducta, a fin de cuentas? ¿Te burlas, pues, de mí? <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¿Mi conducta?
¡Pero si es muy sencilla, mi conducta! ¡Vaya, creo que te empeñas adrede en
no comprender!</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;"><o:p></o:p></span></span> </div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¡Está bien,
señorita! -dijo Félicienne, levantándose, muy digna-. No me gustan las
burlas y le dejo el campo libre. <o:p></o:p></span></span></div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¡Pero...!
-gritó inocentemente Georgette, llorando-, pero es que... ¡me ha pagado! </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;"><o:p></o:p></span></span> </div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Al oír estas
palabras, Félicienne se estremeció y se volvió con el rostro
resplandeciente de una súbita alegría que hizo centellear el terciopelo de
su vestido. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¡Caramba,
Georgette! -exclamó-. ¿Y no me lo escribiste en seguida? <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¡Diablo!
¿Podía yo pensar que tú no habías adivinado, que sospechabas? ¿ Sabía yo
por qué me ponías mala cara? ¡Pídeme perdón, inmediatamente, por haber
pensado que podía traicionarte, mala... bestia! ¡Y besa a tu Georgette!<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Ésta se
encontraba entre los brazos de su amiga, que ahora la contemplaba con
ternura. Ambas cambiaron de nuevo, finalmente, aquella mirada de otros
tiempos en la que la estima laica de ellas mismas era evocada en medio de
miles de recuerdos de la Institución Désagrémeint. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Orgullosa,
Félicienne volvía a encontrar a su amiga siempre digna de ella. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Un poco
confusas del malentendido que las había desunido un instante, se
estrechaban la mano, sin pronunciar vanas palabras. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Acto continuo,
mientras esperaban a aquellos señores, Félicienne pidió una tarjeta postal
y escribió al señor Testevuyde para decirle que regresara a su lado y, al
mismo tiempo, para informarle que había sido víctima de las malas lenguas.
El referido caballero, que al principio se había mostrado ofendido, tuvo el
buen gusto de no mantener su rigor ni un minuto más contra su querida
Félicienne, la cual, al día siguiente, hacia las dos, en su casa, no dejó
de regañarlo por su mala conducta: <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¡Ah, señor!
-le dijo, enojada, amenazándolo con el dedo-. ¿Es verdad, pues, que gasta
usted todo su dinero con las rameras?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;"></span></span> </div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;"><o:p></o:p></span></span> </div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div align="center" style="text-align: center;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">FIN<o:p></o:p></span></span></b></div>
</td>
</tr>
</tbody></table>
</td>
</tr>
</tbody></table>
</div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/15788180404346372291noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7967591923384636099.post-13868754645740371062012-11-10T17:52:00.000-08:002012-11-10T17:52:03.831-08:00UNA ROSA PARA EMILIA. William Faulkner<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div align="center">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: center;">
<table border="1" cellpadding="0" class="MsoNormalTable" style="mso-cellspacing: 1.5pt; mso-padding-alt: 7.5pt 7.5pt 7.5pt 7.5pt; mso-yfti-tbllook: 1184; width: 600px;"><span style="font-size: large;">
</span><tbody>
<tr style="mso-yfti-firstrow: yes; mso-yfti-irow: 0;"><span style="font-size: large;">
</span><td style="background: white; border: rgb(0, 0, 0); padding: 7.5pt; width: 100%;" width="100%"><span style="font-size: large;">
</span><br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center;">
<span style="font-size: x-large;"><strong><span style="color: windowtext; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><em><u>Una
rosa para Emilia</u></em><br />
</span><span style="color: windowtext;">William Faulkner</span></strong><span style="color: windowtext;"><o:p></o:p></span></span></div>
<span style="font-size: large;">
</span></td><span style="font-size: large;">
</span></tr>
<span style="font-size: large;">
</span>
<tr style="mso-yfti-irow: 1; mso-yfti-lastrow: yes;"><span style="font-size: large;">
</span><td style="background: white; border: rgb(0, 0, 0); padding: 7.5pt; width: 100%;" width="100%"><span style="font-size: large;">
</span><br />
<table border="0" cellpadding="0" class="MsoNormalTable" style="mso-cellspacing: 1.5pt; mso-padding-alt: 0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-table-anchor-horizontal: column; mso-table-anchor-vertical: paragraph; mso-table-left: left; mso-table-lspace: 2.25pt; mso-table-rspace: 2.25pt; mso-yfti-tbllook: 1184; text-align: left;"><span style="font-size: large;">
</span><tbody>
<tr style="mso-yfti-firstrow: yes; mso-yfti-irow: 0; mso-yfti-lastrow: yes;"><span style="font-size: large;">
</span><td style="background-color: transparent; border: rgb(0, 0, 0); padding: 0.75pt;"><span style="font-size: large;">
</span><br />
<div align="center" style="text-align: center;">
<span style="color: windowtext;"><strong><span style="font-size: large;">I</span></strong></span></div>
<div align="center" style="text-align: center;">
<span style="color: windowtext;"><strong><o:p></o:p></strong></span><span style="font-size: large;"> </span></div>
<span style="font-size: large;">
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Cuando murió la señorita Emilia Grierson,
casi toda la ciudad asistió a su funeral; los hombres, con esa especie de
respetuosa devoción ante un monumento que desaparece; las mujeres, en su
mayoría, animadas de un sentimiento de curiosidad por ver por dentro la
casa en la que nadie había entrado en los últimos diez años, salvo un viejo
sirviente, que hacía de cocinero y jardinero a la vez. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><o:p></o:p></span><span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">La casa era una construcción cuadrada,
pesada, que había sido blanca en otro tiempo, decorada con cúpulas,
volutas, espirales y balcones en el pesado estilo del siglo XVII; asentada
en la calle principal de la ciudad en los tiempos en que se construyó, se
había visto invadida más tarde por garajes y fábricas de algodón, que
habían llegado incluso a borrar el recuerdo de los ilustres nombres del
vecindario. Tan sólo había quedado la casa de la señorita Emilia,
levantando su permanente y coqueta decadencia sobre los vagones de algodón
y bombas de gasolina, ofendiendo la vista, entre las demás cosas que
también la ofendían. Y ahora la señorita Emilia había ido a reunirse con
los representantes de aquellos ilustres hombres que descansaban en el
sombreado cementerio, entre las alineadas y anónimas tumbas de los soldados
de la Unión, que habían caído en la batalla de Jefferson. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><o:p></o:p></span><span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Mientras vivía, la señorita Emilia había sido
para la ciudad una tradición, un deber y un cuidado, una especie de
heredada tradición, que databa del día en que el coronel Sartoris el Mayor
-autor del edicto que ordenaba que ninguna mujer negra podría salir a la
calle sin delantal-, la eximió de sus impuestos, dispensa que había
comenzado cuando murió su padre y que más tarde fue otorgada a perpetuidad.
Y no es que la señorita Emilia fuera capaz de aceptar una caridad. Pero el
coronel Sartoris inventó un cuento, diciendo que el padre de la señorita
Emilia había hecho un préstamo a la ciudad, y que la ciudad se valía de
este medio para pagar la deuda contraída. Sólo un hombre de la generación y
del modo de ser del coronel Sartoris hubiera sido capaz de inventar una
excusa semejante, y sólo una mujer como la señorita Emilia podría haber
dado por buena esta historia. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Cuando la siguiente generación, con ideas
más modernas, maduró y llegó a ser directora de la ciudad, aquel arreglo
tropezó con algunas dificultades. Al comenzar el año enviaron a la señorita
Emilia por correo el recibo de la contribución, pero no obtuvieron
respuesta. Entonces le escribieron, citándola en el despacho del alguacil
para un asunto que le interesaba. Una semana más tarde el alcalde volvió a
escribirle ofreciéndole ir a visitarla, o enviarle su coche para que
acudiera a la oficina con comodidad, y recibió en respuesta una nota en
papel de corte pasado de moda, y tinta empalidecida, escrita con una
floreada caligrafía, comunicándole que no salía jamás de su casa. Así pues,
la nota de la contribución fue archivada sin más comentarios. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Convocaron, entonces, una junta de
regidores, y fue designada una delegación para que fuera a visitarla. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Allá fueron, en efecto, y llamaron a la
puerta, cuyo umbral nadie había traspasado desde que aquélla había dejado
de dar lecciones de pintura china, unos ocho o diez años antes. Fueron
recibidos por el viejo negro en un oscuro vestíbulo, del cual arrancaba una
escalera que subía en dirección a unas sombras aún más densas. Olía allí a
polvo y a cerrado, un olor pesado y húmedo. El vestíbulo estaba tapizado en
cuero. Cuando el negro descorrió las cortinas de una ventana, vieron que el
cuero estaba agrietado y cuando se sentaron, se levantó una nubecilla de
polvo en torno a sus muslos, que flotaba en ligeras motas, perceptibles en
un rayo de sol que entraba por la ventana. Sobre la chimenea había un
retrato a lápiz, del padre de la señorita Emilia, con un deslucido marco
dorado. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Todos se pusieron en pie cuando la
señorita Emilia entró -una mujer pequeña, gruesa, vestida de negro, con una
pesada cadena en torno al cuello que le descendía hasta la cintura y que se
perdía en el cinturón-; debía de ser de pequeña estatura; quizá por eso, lo
que en otra mujer pudiera haber sido tan sólo gordura, en ella era obesidad.
Parecía abotagada, como un cuerpo que hubiera estado sumergido largo tiempo
en agua estancada. Sus ojos, perdidos en las abultadas arrugas de su faz,
parecían dos pequeñas piezas de carbón, prensadas entre masas de terrones,
cuando pasaban sus miradas de uno a otro de los visitantes, que le
explicaban el motivo de su visita. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">No los hizo sentar; se detuvo en la
puerta y escuchó tranquilamente, hasta que el que hablaba terminó su
exposición. Pudieron oír entonces el tictac del reloj que pendía de su
cadena, oculto en el cinturón. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Su voz fue seca y fría. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Yo no pago contribuciones en Jefferson.
El coronel Sartoris me eximió. Pueden ustedes dirigirse al Ayuntamiento y
allí les informarán a su satisfacción. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-De allí venimos; somos autoridades del
Ayuntamiento, ¿no ha recibido usted un comunicado del alguacil, firmado por
él? <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Sí, recibí un papel -contestó la
señorita Emilia-. Quizá él se considera alguacil. Yo no pago contribuciones
en Jefferson. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Pero en los libros no aparecen datos que
indiquen una cosa semejante. Nosotros debemos... <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Vea al coronel Sartoris. Yo no pago
contribuciones en Jefferson. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Pero, señorita Emilia... <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Vea al coronel Sartoris (el coronel
Sartoris había muerto hacía ya casi diez años.) Yo no pago contribuciones
en Jefferson. ¡Tobe! -exclamó llamando al negro-. Muestra la salida a estos
señores. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><o:p></o:p></span><span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: windowtext;"><strong><span style="font-size: large;">II</span></strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><strong><o:p></o:p></strong></span><span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Así pues, la señorita Emilia venció a los
regidores que fueron a visitarla del mismo modo que treinta años antes
había vencido a los padres de los mismos regidores, en aquel asunto del
olor. Esto ocurrió dos años después de la muerte de su padre y poco después
de que su prometido -todos creímos que iba a casarse con ella- la hubiera
abandonado. Cuando murió su padre apenas si volvió a salir a la calle;
después que su prometido desapareció, casi dejó de vérsele en absoluto.
Algunas señoras que tuvieron el valor de ir a visitarla, no fueron
recibidas; y la única muestra de vida en aquella casa era el criado negro
-un hombre joven a la sazón-, que entraba y salía con la cesta del mercado
al brazo. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">“Como si un hombre -cualquier hombre-
fuera capaz de tener la cocina limpia”, comentaban las señoras, así que no
les extrañó cuando empezó a sentirse aquel olor; y esto constituyó otro
motivo de relación entre el bajo y prolífico pueblo y aquel otro mundo alto
y poderoso de los Grierson. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Una vecina de la señorita Emilia acudió a
dar una queja ante el alcalde y juez Stevens, anciano de ochenta años. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¿Y qué quiere usted que yo haga? -dijo
el alcalde. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¿Qué quiero que haga? Pues que le envíe
una orden para que lo remedie. ¿Es que no hay una ley? <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-No creo que sea necesario -afirmó el
juez Stevens-. Será que el negro ha matado alguna culebra o alguna rata en
el jardín. Ya le hablaré acerca de ello. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Al día siguiente, recibió dos quejas más,
una de ellas partió de un hombre que le rogó cortésmente: </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><o:p></o:p></span><span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Tenemos que hacer algo, señor juez; por
nada del mundo querría yo molestar a la señorita Emilia; pero hay que hacer
algo. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Por la noche, el tribunal de los regidores
-tres hombres que peinaban canas, y otro algo más joven- se encontró con un
hombre de la joven generación, al que hablaron del asunto. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Es muy sencillo -afirmó éste-. Ordenen a
la señorita Emilia que limpie el jardín, denle algunos días para que lo
lleve a cabo y si no lo hace... <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Por favor, señor -exclamó el juez
Stevens-. ¿Va usted a acusar a la señorita Emilia de que huele mal? <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Al día siguiente por la noche, después de
las doce, cuatro hombres cruzaron el césped de la finca de la señorita Emilia
y se deslizaron alrededor de la casa, como ladrones nocturnos, husmeando
los fundamentos del edificio, construidos con ladrillo, y las ventanas que
daban al sótano, mientras uno de ellos hacía un acompasado movimiento, como
si estuviera sembrando, metiendo y sacando la mano de un saco que pendía de
su hombro. Abrieron la puerta de la bodega, y allí esparcieron cal, y
también en las construcciones anejas a la casa. Cuando hubieron terminado y
emprendían el regreso, detrás de una iluminada ventana que al llegar ellos
estaba oscura, vieron sentada a la señorita Emilia, rígida e inmóvil como
un ídolo. Cruzaron lentamente el prado y llegaron a los algarrobos que se
alineaban a lo largo de la calle. Una semana o dos más tarde, aquel olor
había desaparecido. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Así fue cómo el pueblo empezó a sentir
verdadera compasión por ella. Todos en la ciudad recordaban que su anciana
tía, lady Wyatt, había acabado completamente loca, y creían que los
Grierson se tenían en más de lo que realmente eran. Ninguno de nuestros jóvenes
casaderos era bastante bueno para la señorita Emilia. Nos habíamos
acostumbrado a representarnos a ella y a su padre como un cuadro. Al fondo,
la esbelta figura de la señorita Emilia, vestida de blanco; en primer
término, su padre, dándole la espalda, con un látigo en la mano, y los dos,
enmarcados por la puerta de entrada a su mansión. Y así, cuando ella llegó
a sus 30 años en estado de soltería, no sólo nos sentíamos contentos por
ello, sino que hasta experimentamos como un sentimiento de venganza. A
pesar de la tara de la locura en su familia, no hubieran faltado a la
señorita Emilia ocasiones de matrimonio, si hubiera querido aprovecharlas..
</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;"> <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Cuando murió su padre, se supo que a su
hija sólo le quedaba en propiedad la casa, y en cierto modo esto alegró a
la gente; al fin podían compadecer a la señorita Emilia. Ahora que se había
quedado sola y empobrecida, sin duda se humanizaría; ahora aprendería a
conocer los temblores y la desesperación de tener un céntimo de más o de
menos. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Al día siguiente de la muerte de su
padre, las señoras fueron a la casa a visitar a la señorita Emilia y darle
el pésame, como es costumbre. Ella, vestida como siempre, y sin muestra
ninguna de pena en el rostro, las puso en la puerta, diciéndoles que su
padre no estaba muerto. En esta actitud se mantuvo tres días, visitándola
los ministros de la Iglesia y tratando los doctores de persuadirla de que
los dejara entrar para disponer del cuerpo del difunto. Cuando ya estaban
dispuestos a valerse de la fuerza y de la ley, la señorita Emilia rompió en
sollozos y entonces se apresuraron a enterrar al padre. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">No decimos que entonces estuviera loca.
Creímos que no tuvo más remedio que hacer esto. Recordando a todos los
jóvenes que su padre había desechado, y sabiendo que no le había quedado
ninguna fortuna, la gente pensaba que ahora no tendría más remedio que
agarrarse a los mismos que en otro tiempo había despreciado. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: windowtext;"><strong><span style="font-size: large;">III</span></strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><strong><o:p></o:p></strong></span><span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">La señorita Emilia estuvo enferma mucho
tiempo. Cuando la volvimos a ver, llevaba el cabello corto, lo que la hacía
aparecer más joven que una muchacha, con una vaga semejanza con esos
ángeles que figuran en los vidrios de colores de las iglesias, de expresión
a la vez trágica y serena... <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Por entonces justamente la ciudad acababa
de firmar los contratos para pavimentar las calles, y en el verano
siguiente a la muerte de su padre empezaron los trabajos. La compañía
constructora vino con negros, mulas y maquinaria, y al frente de todo ello,
un capataz, Homer Barron, un yanqui blanco de piel oscura, grueso, activo,
con gruesa voz y ojos más claros que su rostro. Los muchachillos de la
ciudad solían seguirlo en grupos, por el gusto de verlo renegar de los
negros, y oír a éstos cantar, mientras alzaban y dejaban caer el pico.
Homer Barren conoció en seguida a todos los vecinos de la ciudad.
Dondequiera que, en un grupo de gente, se oyera reír a carcajadas se podría
asegurar, sin temor a equivocarse, que Homer Barron estaba en el centro de
la reunión. Al poco tiempo empezamos a verlo acompañando a la señorita
Emilia en las tardes del domingo, paseando en la calesa de ruedas amarillas
o en un par de caballos bayos de alquiler... <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Al principio todos nos sentimos alegres
de que la señorita Emilia tuviera un interés en la vida, aunque todas las
señoras decían: “Una Grierson no podía pensar seriamente en unirse a un
hombre del Norte, y capataz por añadidura.” Había otros, y éstos eran los
más viejos, que afirmaban que ninguna pena, por grande que fuera, podría
hacer olvidar a una verdadera señora aquello de <i>noblesse oblige</i> -claro
que sin decir <i>noblesse oblige</i>- y exclamaban: <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">“¡Pobre Emilia! ¡Ya podían venir sus
parientes a acompañarla!”, pues la señorita Emilia tenía familiares en
Alabama, aunque ya hacía muchos años que su padre se había enemistado con
ellos, a causa de la vieja lady Wyatt, aquella que se volvió loca, y desde
entonces se había roto toda relación entre ellos, de tal modo que ni
siquiera habían venido al funeral. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Pero lo mismo que la gente empezó a
exclamar: “¡Pobre Emilia!”, ahora empezó a cuchichear: “Pero ¿tú crees que
se trata de...?” “¡Pues claro que sí! ¿Qué va a ser, si no?”, y para hablar
de ello, ponían sus manos cerca de la boca. Y cuando los domingos por la
tarde, desde detrás de las ventanas entornadas para evitar la entrada
excesiva del sol, oían el vivo y ligero clop, clop, clop, de los bayos en
que la pareja iba de paseo, podía oírse a las señoras exclamar una vez más,
entre un rumor de sedas y satenes: “¡Pobre Emilia!” <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Por lo demás, la señorita Emilia seguía
llevando la cabeza alta, aunque todos creíamos que había motivos para que
la llevara humillada. Parecía como si, más que nunca, reclamara el
reconocimiento de su dignidad como última representante de los Grierson;
como si tuviera necesidad de este contacto con lo terreno para reafirmarse
a sí misma en su impenetrabilidad. Del mismo modo se comportó cuando
adquirió el arsénico, el veneno para las ratas; esto ocurrió un año más
tarde de cuando se empezó a decir: “¡Pobre Emilia!”, y mientras sus dos
primas vinieron a visitarla. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Necesito un veneno -dijo al droguero.
Tenía entonces algo más de los 30 años y era aún una mujer esbelta, aunque
algo más delgada de lo usual, con ojos fríos y altaneros brillando en un
rostro del cual la carne parecía haber sido estirada en las sienes y en las
cuencas de los ojos; como debe parecer el rostro del que se halla al pie de
una farola. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Necesito un veneno -dijo. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¿Cuál quiere, señorita Emilia? ¿Es para
las ratas? Yo le recom... <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Quiero el más fuerte que tenga
-interrumpió-. No importa la clase. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">El droguero le enumeró varios. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Pueden matar hasta un elefante. Pero
¿qué es lo que usted desea. . .? <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Quiero arsénico. ¿Es bueno? <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¿Que si es bueno el arsénico? Sí,
señora. Pero ¿qué es lo que desea...? <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-Quiero arsénico. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">El droguero la miró de abajo arriba. Ella
le sostuvo la mirada de arriba abajo, rígida, con la faz tensa. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">-¡Sí, claro -respondió el hombre-; si así
lo desea! Pero la ley ordena que hay que decir para qué se va a emplear. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">La señorita Emilia continuaba mirándolo,
ahora con la cabeza levantada, fijando sus ojos en los ojos del droguero,
hasta que éste desvió su mirada, fue a buscar el arsénico y se lo
empaquetó. El muchacho negro se hizo cargo del paquete. E1 droguero se
metió en la trastienda y no volvió a salir. Cuando la señorita Emilia abrió
el paquete en su casa, vio que en la caja, bajo una calavera y unos huesos,
estaba escrito: “Para las ratas”. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: windowtext;"><strong><span style="font-size: large;">IV<o:p></o:p></span></strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Al día siguiente, todos nos
preguntábamos: “¿Se irá a suicidar?” y pensábamos que era lo mejor que
podía hacer. Cuando empezamos a verla con Homer Barron, pensamos: “Se
casará con él”. Más tarde dijimos: “Quizás ella le convenga aún”, pues
Homer, que frecuentaba el trato de los hombres y se sabía que bebía
bastante, había dicho en el Club Elks que él no era un hombre de los que se
casan. Y repetimos una vez más: “¡Pobre Emilia!” desde atrás de las
vidrieras, cuando aquella tarde de domingo los vimos pasar en la calesa, la
señorita Emilia con la cabeza erguida y Homer Barron con su sombrero de
copa, un cigarro entre los dientes y las riendas y el látigo en las manos
cubiertas con guantes amarillos.... <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Fue entonces cuando las señoras empezaron
a decir que aquello constituía una desgracia para la ciudad y un mal
ejemplo para la juventud. Los hombres no quisieron tomar parte en aquel
asunto, pero al fin las damas convencieron al ministro de los bautistas -la
señorita Emilia pertenecía a la Iglesia Episcopal- de que fuera a
visitarla. Nunca se supo lo que ocurrió en aquella entrevista; pero en
adelante el clérigo no quiso volver a oír nada acerca de una nueva visita.
El domingo que siguió a la visita del ministro, la pareja cabalgó de nuevo
por las calles, y al día siguiente la esposa del ministro escribió a los
parientes que la señorita Emilia tenía en Alabama.... <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">De este modo, tuvo a sus parientes bajo su
techo y todos nos pusimos a observar lo que pudiera ocurrir. Al principio
no ocurrió nada, y empezamos a creer que al fin iban a casarse. Supimos que
la señorita Emilia había estado en casa del joyero y había encargado un
juego de tocador para hombre, en plata, con las iniciales H.B. Dos días más
tarde nos enteramos de que había encargado un equipo completo de trajes de
hombre, incluyendo la camisa de noche, y nos dijimos: “Van a casarse” y nos
sentíamos realmente contentos. Y nos alegrábamos más aún, porque las dos
parientas que la señorita Emilia tenía en casa eran todavía más Grierson de
lo que la señorita Emilia había sido.... <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Así pues, no nos sorprendimos mucho
cuando Homer Barron se fue, pues la pavimentación de las calles ya se había
terminado hacía tiempo. Nos sentimos, en verdad, algo desilusionados de que
no hubiera habido una notificación pública; pero creímos que iba a arreglar
sus asuntos, o que quizá trataba de facilitarle a ella el que pudiera verse
libre de sus primas. (Por este tiempo, hubo una verdadera intriga y todos
fuimos aliados de la señorita Emilia para ayudarla a desembarazarse de sus
primas). En efecto, pasada una semana, se fueron y, como esperábamos, tres
días después volvió Homer Barron. Un vecino vio al negro abrirle la puerta
de la cocina, en un oscuro atardecer.... <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Y ésta fue la última vez que vimos a
Homer Barron. También dejamos de ver a la señorita Emilia por algún tiempo.
El negro salía y entraba con la cesta de ir al mercado; pero la puerta de
la entrada principal permanecía cerrada. De vez en cuando podíamos verla en
la ventana, como aquella noche en que algunos hombres esparcieron la cal;
pero casi por espacio de seis meses no fue vista por las calles. Todos
comprendimos entonces que esto era de esperar, como si aquella condición de
su padre, que había arruinado la vida de su mujer durante tanto tiempo,
hubiera sido demasiado virulenta y furiosa para morir con él.... <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Cuando vimos de nuevo a la señorita
Emilia había engordado y su cabello empezaba a ponerse gris. En pocos años
este gris se fue acentuando, hasta adquirir el matiz del plomo. Cuando
murió, a los 74 años, tenía aún el cabello de un intenso gris plomizo, y
tan vigoroso como el de un hombre joven.... <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Todos estos años la puerta principal
permaneció cerrada, excepto por espacio de unos seis o siete, cuando ella
andaba por los 40, en los cuales dio lecciones de pintura china. Había
dispuesto un estudio en una de las habitaciones del piso bajo, al cual iban
las hijas y nietas de los contemporáneos del coronel Sartoris, con la misma
regularidad y aproximadamente con el mismo espíritu con que iban a la
iglesia los domingos, con una pieza de ciento veinticinco para la colecta. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Entretanto, se le había dispensado de
pagar las contribuciones. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Cuando la generación siguiente se ocupó
de los destinos de la ciudad, las discípulas de pintura, al crecer, dejaron
de asistir a las clases, y ya no enviaron a sus hijas con sus cajas de
pintura y sus pinceles, a que la señorita Emilia les enseñara a pintar
según las manidas imágenes representadas en las revistas para señoras. La
puerta de la casa se cerró de nuevo y así permaneció en adelante. Cuando la
ciudad tuvo servicio postal, la señorita Emilia fue la única que se negó a
permitirles que colocasen encima de su puerta los números metálicos, y que
colgasen de la misma un buzón. No quería ni oír hablar de ello. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Día tras día, año tras año, veíamos al
negro ir y venir al mercado, cada vez más canoso y encorvado. Cada año, en
el mes de diciembre, le enviábamos a la señorita Emilia el recibo de la
contribución, que nos era devuelto, una semana más tarde, en el mismo sobre,
sin abrir. Alguna vez la veíamos en una de las habitaciones del piso bajo
-evidentemente había cerrado el piso alto de la casa- semejante al torso de
un ídolo en su nicho, dándose cuenta, o no dándose cuenta, de nuestra
presencia; eso nadie podía decirlo. Y de este modo la señorita Emilia pasó
de una a otra generación, respetada, inasequible, impenetrable, tranquila y
perversa. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Y así murió. Cayo enferma en aquella
casa, envuelta en polvo y sombras, teniendo para cuidar de ella solamente a
aquel negro torpón. Ni siquiera supimos que estaba enferma, pues hacía ya
tiempo que habíamos renunciado a obtener alguna información del negro.
Probablemente este hombre no hablaba nunca, ni aun con su ama, pues su voz
era ruda y áspera, como si la tuviera en desuso. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Murió en una habitación del piso bajo, en
una sólida cama de nogal, con cortinas, con la cabeza apoyada en una
almohada amarilla, empalidecida por el paso del tiempo y la falta de sol. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: windowtext;"><strong><span style="font-size: large;">V<o:p></o:p></span></strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">El negro recibió en la puerta principal a
las primeras señoras que llegaron a la casa, las dejó entrar curioseándolo
todo y hablando en voz baja, y desapareció. Atravesó la casa, salió por la
puerta trasera y no se volvió a ver más. Las dos primas de la señorita
Emilia llegaron inmediatamente, dispusieron el funeral para el día
siguiente, y allá fue la ciudad entera a contemplar a la señorita Emilia
yaciendo bajo montones de flores, y con el retrato a lápiz de su padre
colocado sobre el ataúd, acompañada por las dos damas sibilantes y
macabras. En el balcón estaban los hombres, y algunos de ellos, los más
viejos, vestidos con su cepillado uniforme de confederados; hablaban de
ella como si hubiera sido contemporánea suya, como si la hubieran cortejado
y hubieran bailado con ella, confundiendo el tiempo en su matemática progresión,
como suelen hacerlo las personas ancianas, para quienes el pasado no es un
camino que se aleja, sino una vasta pradera a la que el invierno no hace
variar, y separado de los tiempos actuales por la estrecha unión de los
últimos diez años. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><o:p></o:p></span><span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Sabíamos ya todos que en el piso superior
había una habitación que nadie había visto en los últimos cuarenta años y
cuya puerta tenía que ser forzada. No obstante esperaron, para abrirla, a
que la señorita Emilia descansara en su tumba. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Al echar abajo la puerta, la habitación
se llenó de una gran cantidad de polvo, que pareció invadirlo todo. En esta
habitación, preparada y adornada como para una boda, por doquiera parecía
sentirse como una tenue y acre atmósfera de tumba: sobre las cortinas, de
un marchito color de rosa; sobre las pantallas, también rosadas, situadas
sobre la mesa-tocador; sobre la araña de cristal; sobre los objetos de
tocador para hombre, en plata tan oxidada que apenas se distinguía el
monograma con que estaban marcados. Entre estos objetos aparecía un cuello
y una corbata, como si se hubieran acabado de quitar y así, abandonados
sobre el tocador, resplandecían con una pálida blancura en medio del polvo
que lo llenaba todo. En una silla estaba un traje de hombre, cuidadosamente
doblado; al pie de la silla, los calcetines y los zapatos. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><o:p></o:p></span><span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">El hombre yacía en la cama.. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Por un largo tiempo nos detuvimos a la
puerta, mirando asombrados aquella apariencia misteriosa y descarnada. El
cuerpo había quedado en la actitud de abrazar; pero ahora el largo sueño
que dura más que el amor, que vence al gesto del amor, lo había aniquilado.
Lo que quedaba de él, pudriéndose bajo lo que había sido camisa de dormir,
se había convertido en algo inseparable de la cama en que yacía. Sobre él,
y sobre la almohada que estaba a su lado, se extendía la misma capa de
denso y tenaz polvo. <o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext;"><span style="font-size: large;">Entonces nos dimos cuenta de que aquella
segunda almohada ofrecía la depresión dejada por otra cabeza. Uno de los
que allí estábamos levantó algo que había sobre ella e inclinándonos hacia
delante, mientras se metía en nuestras narices aquel débil e invisible
polvo seco y acre, vimos una larga hebra de cabello gris.<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
</td><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
</tr>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
</td><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
</tr>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
</tbody></table>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">
</span></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/15788180404346372291noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7967591923384636099.post-20295537174599313182012-09-23T13:29:00.000-07:002012-11-10T17:00:51.668-08:00Desde el comienzo<span lang="ES" style="font-family: Algerian; mso-ansi-language: ES;">“Dios entonces le dijo su
santo nombre, que nunca había sido comunicado a ningún hombre; por lo tanto no
sería leal por mi parte que dijera nada más al respecto”. <span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: Arial;"> JOSEFO.“Antigüedades Judías”, libro II, cap. XII, sec. 4. </span></span></span><br />
<span lang="ES" style="font-family: Algerian; mso-ansi-language: ES;"></span><br />
<div align="right" class="MsoNormal" style="background: rgb(249, 249, 249); margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right;">
</div>
<strong>
</strong><br />
<strong></strong><br />
<strong></strong><br />
<strong> Tres Eones atrás, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>El Demiurgo
imprimía movimiento al universo a través de sus ideas perfectas, él no es
creador. Es el impulsor del universo mismo.</strong><br />
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Las ideas concebidas por El Demiurgo también contemplaban la posible
existencia de cosas imperfectas que definió como materia. Él, en su infinita
sabiduría de ser parte de la inteligencia perfecta o entidad divina y que
conoce por derivación consecuencial todo el tiempo de lo ocurrido, más todo el
tiempo de lo que ocurre, más todo el tiempo de lo que ocurrirá se compadeció de
este concepto suyo: materia. Imprimió en ella parte de sus ideas obteniendo en
consecuencia, los objetos universales que conforman nuestra realidad.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>De la mano de YHWH logró la creación de la materia. YHWH es el creador. Perfeccionó
esa idea perfecta al hacerla realidad. Logró explicar la separación existente
en el mundo perfecto <em>(alojado en las ideas de El Demiurgo)</em> y el mundo real, que
siendo imperfecto participa como copia de esa perfección. <em>--La existencia imperfecta
de lo perfecto.--</em> </strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>La cumbre de esa creación fue el hombre. El hombre encierra dentro de sí
lo máximo y plenipotenciario de las ideas de El Demiurgo y YHWH: únicas
Deidades Universales Eeónicas. </strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>De la mano de la infinita materia plasmada en el universo palpable, el
hombre y La Tierra, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>crearon los eónicos
otro tipo de deidades: dioses de inferior jerarquía. Poderosos, pluriformes,
inmortales de tiempo. Creados en principio para cuidar, <em>(y regir con
posterioridad)</em>, el tesoro guardado con recelo en el alma y corazón del hombre
hasta que, llegado el momento, se transformara en el concepto originario: La
concepción primaria de El Demiurgo.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Estas deidades, una vez creadas y siendo ellos mismos parte de la
concepción originaria <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>de los eónicos que
presentaban imperfecciones y envidiaron al hombre desde el primer momento... seres
insignificantes, mortales, uniformes, perennes en la materia de la carne. Putrefactos
al morir: imperfectos, y sin embargo, habían sido premiados con el poder máximo
de El Todo.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center; text-indent: 35.45pt;">
<strong><u>Así comenzó la era de los hombres.</u></strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Desde sus primeros pasos, el hombre contó con el apoyo incondicional de
sus dioses. Doce deidades regían el camino de los mortales. Estos tenían en su
haber aquellos individuos nacidos bajo su influencia cósmica.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Para poder llevar a cabo la
función encomendada, cada una de las deidades creó un sistema
jerárquico descendiente de seres mágicos. En realidad eran ejércitos divinos. La
excusa era evitar “invasiones” de otros dioses <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>en otros universos. El objetivo
real era tener fuerza disuasiva a los fines de evitar la destrucción entre
ellos mismos. También crearon criaturas que influenciarían en decisiones humanas poniendo
a prueba el temple, el coraje y la moral del hombre, demostrándole al consejo eónico
que esa criatura no era merecedora de tan digno tesoro como ellos sí lo eran </strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Caminaron juntos a los humanos en sus primeros
tiempos. Poco a poco los iluminaron con las concepciones básicas del entorno
terráqueo. Luego, por su cuenta, el hombre conceptualizó los mares y luego los
cielos comprendiendo que su destino era escrito por los puntos titilantes del
oscuro manto superior: el sol y las estrellas.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Oyendo a sus dioses y seducidos por sus consejos, los humanos emplearon
la guerra. Cruentas batallas por ideales efímeros que se perderían con el tiempo.
Dentro de estas batallas algunos hombres <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>se destacaron, destruyendo <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>las criaturas que los dioses habían creado con
ese fin y fueron llamados Héroes como premio, ocupando un lugar en una historia
que fue desechada.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>De igual forma, esta casta de seres superiores, imperfectos, en su eterna
envidia al regalo otorgado por la autoridad máxima, decidieron, <em>(cada uno individual
y simultáneamente),</em> intentar obtener el tesoro oculto en el corazón de los
hombres y basados en sus poderes comenzaron a influenciar de manera errónea en él.
Esto no era oculto para YHWH quien todo lo veía. Con El Demiurgo a su lado
procuró observar. Ambos sabían lo que ocurriría, pero cual seres perfectos
llenos de esperanza, ansiaban que esas deidades rectificaran por su cuenta y
desecharan sus pretensiones.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>No fue así.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Las deidades menores fueron a la guerra. Una guerra cósmica que superaba
la comprensión del pobre mortal y que influenció negativamente en <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>la <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>propia materia del ser humano. Pasaron
millones de años y el hombre vivió en oscuridad. </strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Pero no solo hubo guerra entre ellos.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Algunas deidades menores amenazaron el reino absoluto de YHWH<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y El Demiurgo. Suspirando y mirando
compasivamente El Demiurgo <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>manifestó tristeza
por lo que iba a ocurrir. A los fines de salvaguardar "El Todo" YHWH y El
Demiurgo se fusionaron y siendo este último el redondo perfecto de la idea fue quien se integrara a YHWH quedando éste como El Único y Supremo de todos.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Las deidades menores fueron cayendo asesinadas una a una. El poder infinito de YHWH
traspasaba incluso la comprensión de estos seres que pecaron al querer para
ellos el precioso regalo otorgado a la materia.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Millones de años después hubo de nuevo calma en el universo.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Ahora único y todopoderoso, YHWH <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>reordenaría
El Todo. Conformó su Corte Celestial para comenzar el nuevo ciclo y darle curso
a la era del hombre. Creó para sí Serafines y Querubines quienes estarían más
cerca de Él. A las Dominaciones, Virtudes y Potestades para que vigilaran el
Universo. Las Principalidades y Arcángeles serían, según su ministerio, los
encargados de servirle directamente para cumplir misiones especiales. Por
último, YHWH compasivo y conocedor asignó seres alados a cada uno de la especie
humana. Serían denominados Ángeles de la Guarda o Custodios. </strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<o:p><strong> </strong></o:p><strong>Bajó a la tierra YHWH a constatar el estado del espíritu del hombre <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y verificar si el regalo perfecto aun se
mantenía en su corazón.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Se materializó en la tierra. Su forma era humana pero con el brillo de un
millón de estrellas. A su derecha iban los Ángeles de la Misericordia. A su
izquierda, los Ángeles de la Paz. Mientras con su mirada baja y frente a Él
estaban los Ángeles del Castigo, con sus manos en la espada sosteniendo sus espadas de fuego esperando la orden. </strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Más atrás iban los Querubines resguardando la pertenencias e ideas de YHWH, cual edecanes que se encargaban de sus cosas, entre ellas el Árbol
de la Vida. </strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>En himno omnipresente y a cada paso de YHWH se escuchaban a los Serafines
entonar el Trisagión y era oído en cada rincón de La Tierra.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Encontró entonces YHWH al hombre. Sin espíritu, sin vida. Duro como
estatua. Miró a su alrededor buscando otras especies de la materia. El ser <i style="mso-bidi-font-style: normal;">-perfecto – imperfecto -</i> <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>que había creado, se retrotrajo hasta el punto
de convertirse en simple imperfección. Pero en el corazón de la hoy estatua de
piedra titilaba casi extinto el regalo dado en el inicio de los tiempos.
Maldijo a las deidades menores destruidas. Su voz resonó en toda la tierra. </strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Ordenó a los Ángeles del Castigo retornar al cielo. <em>–No hay ser a quien
castigar-</em> Dijo.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Con una mirada penetrante pero compasiva atrajo a los Querubines. Ellos
le entregaron en su mano el Árbol de la Vida. Un Arcángel se apresuró abrir un
hoyo en la tierra. Entonces YHWH colocó las raíces del Árbol en el suelo mortal
ante la mirada atónita de los Querubines, quienes de ahora en adelante tendrían
muy poco que custodiar.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Al tapar las raíces con tierra una explosión de colores subió al cielo.
El Trisagión sonaba aún más poderoso y en cascadas millonarias los colores
contagiaron todo lo materialmente visible: al piso verde, al mar y al cielo
azul. Grises, marrones, rojos… en fin; toda una gama de colores impregnaron el
mundo.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Sin embargo aún permanecían oscuros e inmóviles los primeros humanos. Olvidados
y maltratados por las pretensiones de las deidades destruidas. </strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Con un basculo en mano YHWH bajó
su luminosidad y se colocó al lado de una de ellas. Una lágrima corrió por su
mejilla. Un Ángel Custodio la tomó y posó el sagrado líquido en el corazón de
aquella estatua negra e inerte.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Todos esperaban excepto YHWH <em>(quien ya sabía lo que ocurriría)</em>. Él se fue
a recorrer su creación mientras los demás miembros de la corte se mantenían
inmóviles frente al humano. Súbitamente y para el susto de quienes lo
observaban tosió de manera estruendosa volviendo a su cuerpo el suspiro del
aire y de la vida.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Solo había utilizado una lágrima. Faltaban miles. Se acercó un Arcángel y
le dijo: -<em>Señor, ¿acaso dejarás sin vida al resto de los humanos?</em>- YHWH
contestó: <em>-Hay que empezar todo de nuevo-</em>. Sin esperar mucho tiempo tomó su
basculo y golpeó con su extremo el suelo. Tronó el cielo y su bóveda se abrió
para dejar salir millones de rayos o centellas que golpearon individualmente a
cada uno de los seres inmóviles y una onda explosiva - sonora circunferencial-
partió desde Él, transformando todas las estatuas oscuras en cenizas que fueron
a parar a las orillas de los mares.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Comenzó la tarea de la corte. Cada uno empeñaba su función. YHWH se
acercó al mortal y le dijo:<em> -Eres el primero. Yo Soy el que Soy-</em>. El hombre le
sonreía mientras Él le posaba su mano en el costillar…</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<strong>Lo demás es historia.</strong></div>
<strong>
</strong><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<o:p> </o:p></div>
<br />
<div align="right" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right; text-indent: 35.45pt;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="mso-spacerun: yes;">Kennet Koesling Durán</span><o:p></o:p></b></div>
<br />
<div align="right" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right; text-indent: 35.45pt;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Febrero 2007-
Diciembre 2008.</b><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "Bookman Old Style","serif";"><o:p></o:p></span></b></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/15788180404346372291noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7967591923384636099.post-47940437685341098962011-07-04T18:49:00.000-07:002012-11-10T16:58:01.781-08:00A BUEN CALLAR.... Emilia Pardo Bazán<table align="left" border="0" cellpadding="0" class="MsoNormalTable" style="mso-cellspacing: 1.5pt; mso-padding-alt: 0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-table-anchor-horizontal: column; mso-table-anchor-vertical: paragraph; mso-table-left: left; mso-table-lspace: 2.25pt; mso-table-overlap: never; mso-table-rspace: 2.25pt; mso-yfti-tbllook: 1184; width: 100%;"><tbody>
<tr style="mso-yfti-firstrow: yes; mso-yfti-irow: 0; mso-yfti-lastrow: yes;"> <td style="padding: 0.75pt;"><div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">No tenían más hijo que aquel los duques de Toledo, pero era un niño como unas flores; sano, apuesto, intrépido, y, en la edad tierna, de condición tan angelical y noble, que le amaban sus servidores punto menos que sus padres. Traíale su madre vestido de terciopelo que guarnecían encajes de Holanda, luciendo guantes de olorosa gamuza y brincos y joyeles de pedrería en el cintillo del birrete; y al mirarle pasar por la calle, bizarro y galán cual un caballero en miniatura, las mujeres le echaban besos con la punta de los dedos, las vejezuelas reían guiñando el ojo para significar «¡Quién te verá a los veinte!», y los graves beneficiados y los frailes austeros, sacando la cabeza de la capucha y las manos de las mangas, le enviaban al paso una bendición. <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><br />
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">Sin embargo, el duque de Toledo, aunque muy orgulloso de su vástago, observaba con inquietud creciente una mala cualidad que tenía, y que según avanzaba en edad el niño don Sancho iba en aumento. Consistía el defecto en una especie de manía tenacísima de cantar la verdad a troche y moche, viniese a cuento o no viniese, en cualquier asunto y delante de cualquier persona. Cortesano viejo ya el duque de Toledo, ducho en saber que en la corte todo es disfraz, adivinaba con terror que su hijo, por más alentado, generoso, listo y agudo que se mostrase, jamás obtendría el alto puesto que le era debido en el mundo, si no corregía tan funesta propensión. <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><br />
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">-Reñida está la discreción con la verdad: como que la verdad es a menudo la indiscreción misma -advertía a su hijo el duque-. Por la boca solemos morir como los simples peces, y no es muerte propia de hombre avisado, sino de animal bruto, frío y torpe -solía añadir. <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><br />
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">Corríase y afligíase el rapaz de tales reprensiones y advertencias, y persuadido de que erraba al ser tan sincero, proponía en su corazón enmendarse; pero su natural no lo consentía: una fuerza extraña le traía la verdad a los labios, no dándole punto de reposo hasta que la soltaba por fin, con gran aflicción del duque, que se mataba en repetir: <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><br />
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">-Hijo Sancho, mira que lo que haces... La verdad es un veneno de los más activos; pero en vez de tomarse por la boca, sale de ella. Esparcida en el aire, es cuando mata. Si tan atractiva te parece la fatal verdad, guárdala en ti y para ti; no la repartas con nadie, y a nadie envenenarás. <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><br />
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">Acaeció, pues, que frisando en los trece años y siendo cada vez más lindo, dispuesto y gentil el hijo de los duques de Toledo, un día que la reina salió a oír misa de parida a la catedral, hubo de verle al paso, y prendada de su apostura y de la buena gracia con que le hizo una reverencia profundísima, quiso informarse de quién era, y apenas lo supo, llamó al duque y con grandes instancias le pidió a don Sancho para paje de su real persona. Más aterrado que lisonjeado, participó el duque a su hijo el honor que les dispensaba la reina. <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><br />
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">-Aquí de mis recelos, aquí del peligro, Sancho... Tu funesto achaque de veracidad ahora es cuando va a perderte y perdernos. Si la reserva y el arte de bien callar son siempre provechosas, en la cámara de los reyes son indispensables, te lo juro. <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><br />
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">-Antes pienso, padre -replicó el precoz don Sancho-, que al lado de los reyes, por ser ellos figura e imagen de Dios, alentará la verdad misma. No cabrá en ellos mentira ni acción que deba ser oculta o reservada. <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><br />
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">Confuso y perplejo dejó la respuesta al duque, pues le escarabajeaban en la memoria ciertas murmuraciones cortesanas referentes a liviandades y amoríos regios; pero tomando aliento: <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><br />
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">-No, hijo -exclamó por fin-, no es así como tú supones... Cuando seas mayor y tu razón madure, entenderás estos enigmas. Por ahora solo te diré que si vas a la corte resuelto a decir verdades, mejor será que tomes ya mi cabeza y se la entregues al verdugo. <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><br />
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">Cabizbajo y melancólico se quedó algún tiempo don Sancho, hasta que, como el que promete, extendió la mano con extraña gravedad, impropia de su juventud. <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><br />
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">-Yo sé el remedio -afirmó. Mentir me es imposible, pero no así guardar silencio. Haced vos, padre, correr la voz de que un accidente me ha privado del habla, y yo os prometo, por dispensaros favor, ser mudo hasta el último día de mi vida si es preciso. <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><br />
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">Pareció bien el arbitrio al duque y divulgó lo de la mudez; siendo lo notable del caso que la reina, sabedora de que el bello rapaz era mudo, mostró alegría suma y mayor empeño en tenerle a su servicio y órdenes. En efecto, desde aquel día asistió don Sancho como paje en la cámara de la reina, sellados los labios por el candado de la voluntad, viendo y oyendo todo cuanto ocurría, pero sin medios de propalarlo. Poco a poco la reina iba cobrándole extremado cariño. Sancho se pasaba las horas muertas echado en cojines de terciopelo al pie del sillón de su ama y recostando la cabeza en sus faldas, mientras ella con la fina mano cargada de sortijas le acariciaba maternalmente los oscuros y sedosos bucles. Las primeras veces que don Sancho fue encargado de abrir la puerta secreta a cierto magnate, y le vio penetrar furtivamente y a deshora en el camarín, y a la reina echarle al cuello los brazos, el pajecillo se dolió, se indignó, y, a poder soltar la lengua, Dios sabe la tragedia que en el palacio se arma. Por fortuna, Sancho era mudo; oía, eso sí, y las pláticas de los dos enamorados le pusieron al corriente de cosas harto graves, de secretos de Estado y familia; entre otros, de que el rey, a su vez, salía todas las noches con maravilloso recato a visitar a cierta judía muy hermosa, por quien olvidaba sus obligaciones de esposo y de monarca, y merced a cuyo influjo protegía desmedidamente a los hebreos, con perjuicio de sus reinos y mengua de sus tesoros. Envuelta en el misterio esta intriga, no la sabían más que el magnate y la reina; y don Sancho, trasladando su indignación del delito de la mujer al del marido, celebró nuevamente no haber tenido voz, porque así no se veía en riesgo de revelar verdad tan infame. Pasado algún tiempo, la confianza con que se hablaban delante del mudo pajecillo instruyó a éste de varias maldades gordas que se tramaban en la corte: supo cómo el privado, disimuladamente, hacía mangas y capirotes de la hacienda pública, y cómo el tío del rey conspiraba para destronarle, con otras infinitas tunantadas y bellaquerías que a cada momento soliviantaban y encrespaban la cólera y la virtuosa impaciencia de don Sancho, poniendo a prueba su constancia, en el mutismo absoluto a que se había comprometido. <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><br />
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">Sucedía entretanto que le amaban todos mucho, porque aquel lindo paje silencioso, tan hidalgo y tan obediente, jamás había causado daño alguno a nadie. No hay para qué decir si le favorecían las damas, viéndole tan gentil y estando ciertas de su discreción; y desde el rey hasta el último criado, todos le deseaban bienes. Tanto aumentó su crédito y favor, que al cumplir los veinte años y tener que dejar su oficio de paje por el noble empleo de las armas, colmáronle de mercedes a porfía el rey, la reina, el privado y el infante, acrecentando los honores y preeminencias de su casa y haciéndole donación de alcaldías, fortalezas, villas y castillos. Y cuando, húmedas las mejillas de beso empapado de lágrimas con que le despidió la reina, que le quería como a otro hijo; oprimido el cuello con el peso de la cadena de oro que acababa de ceñirle el rey, salió don Sancho del alcázar y cabalgó en el fogoso andaluz de que el infante le había hecho presente; al ver cuántos males había evitado y cuántas prosperidades había traído su extraña determinación, tentóse la lengua con los dientes, y, meditabundo, dijo para sí (pues para los demás estaba bien determinado a no decir oxte ni moxte): «A la primera palabra que sueltes al aire, lengua mía, con estos dientes o con mi puñal te corto y te echo a los canes.» <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><br />
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">Hay eruditos que sostienen la opinión de que de esta historia procede la frase vulgar, sin otra explicación plausible: «Al buen callar llaman Sancho.» <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" style="mso-element-anchor-horizontal: column; mso-element-anchor-vertical: paragraph; mso-element-frame-hspace: 2.25pt; mso-element-wrap: around; mso-element: frame; mso-height-rule: exactly; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: large;">FIN</span><o:p></o:p></div>
</td> </tr>
</tbody></table>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/15788180404346372291noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7967591923384636099.post-39371890464618886632011-02-25T15:05:00.000-08:002012-11-10T16:58:37.084-08:00EL HIJO. Horacio Quiroga<table border="0" cellpadding="0" class="MsoNormalTable" style="text-align: left; width: 100%;"><tbody>
<tr style="mso-yfti-firstrow: yes; mso-yfti-irow: 0; mso-yfti-lastrow: yes;"> <td style="padding: 0.75pt;"><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;">Es un poderoso día de verano en Misiones, con todo el sol, el calor y la calma que puede deparar la estación. La naturaleza, plenamente abierta, se siente satisfecha de sí.</span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Como el sol, el calor y la calma ambiente, el padre abre también su corazón a la naturaleza.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">-Ten cuidado, chiquito -dice a su hijo, abreviando en esa frase todas las observaciones del caso y que su hijo comprende perfectamente.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">-Si, papá -responde la criatura mientras coge la escopeta y carga de cartuchos los bolsillos de su camisa, que cierra con cuidado.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">-Vuelve a la hora de almorzar -observa aún el padre.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">-Sí, papá -repite el chico.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Equilibra la escopeta en la mano, sonríe a su padre, lo besa en la cabeza y parte. Su padre lo sigue un rato con los ojos y vuelve a su quehacer de ese día, feliz con la alegría de su pequeño.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Sabe que su hijo es educado desde su más tierna infancia en el hábito y la precaución del peligro, puede manejar un fusil y cazar no importa qué. Aunque es muy alto para su edad, no tiene sino trece años. Y parecía tener menos, a juzgar por la pureza de sus ojos azules, frescos aún de sorpresa infantil. No necesita el padre levantar los ojos de su quehacer para seguir con la mente la marcha de su hijo.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Ha cruzado la picada roja y se encamina rectamente al monte a través del abra de espartillo.</span><o:p></o:p></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Para cazar en el monte -caza de pelo- se requiere más paciencia de la que su cachorro puede rendir. Después de atravesar esa isla de monte, su hijo costeará la linde de cactus hasta el bañado, en procura de palomas, tucanes o tal cual casal de garzas, como las que su amigo Juan ha descubierto días anteriores. Sólo ahora, el padre esboza una sonrisa al recuerdo de la pasión cinegética de las dos criaturas. Cazan sólo a veces un yacútoro, un surucuá -menos aún- y regresan triunfales, Juan a su rancho con el fusil de nueve milímetros que él le ha regalado, y su hijo a la meseta con la gran escopeta Saint-Étienne, calibre 16, cuádruple cierre y pólvora blanca.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Él fue lo mismo. A los trece años hubiera dado la vida por poseer una escopeta. Su hijo, de aquella edad, la posee ahora y el padre sonríe...</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">No es fácil, sin embargo, para un padre viudo, sin otra fe ni esperanza que la vida de su hijo, educarlo como lo ha hecho él, libre en su corto radio de acción, seguro de sus pequeños pies y manos desde que tenía cuatro años, consciente de la inmensidad de ciertos peligros y de la escasez de sus propias fuerzas.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Ese padre ha debido luchar fuertemente contra lo que él considera su egoísmo. ¡Tan fácilmente una criatura calcula mal, sienta un pie en el vacío y se pierde un hijo!</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">El peligro subsiste siempre para el hombre en cualquier edad; pero su amenaza amengua si desde pequeño se acostumbra a no contar sino con sus propias fuerzas.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">De este modo ha educado el padre a su hijo. Y para conseguirlo ha debido resistir no sólo a su corazón, sino a sus tormentos morales; porque ese padre, de estómago y vista débiles, sufre desde hace un tiempo de alucinaciones.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Ha visto, concretados en dolorosísima ilusión, recuerdos de una felicidad que no debía surgir más de la nada en que se recluyó. La imagen de su propio hijo no ha escapado a este tormento. Lo ha visto una vez rodar envuelto en sangre cuando el chico percutía en la morsa del taller una bala de parabellum, siendo así que lo que hacía era limar la hebilla de su cinturón de caza.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Horrible caso... Pero hoy, con el ardiente y vital día de verano, cuyo amor a su hijo parece haber heredado, el padre se siente feliz, tranquilo y seguro del porvenir.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">En ese instante, no muy lejos, suena un estampido.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">-La Saint-Étienne... -piensa el padre al reconocer la detonación. Dos palomas de menos en el monte...</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Sin prestar más atención al nimio acontecimiento, el hombre se abstrae de nuevo en su tarea.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">El sol, ya muy alto, continúa ascendiendo. Adónde quiera que se mire -piedras, tierra, árboles-, el aire enrarecido como en un horno, vibra con el calor. Un profundo zumbido que llena el ser entero e impregna el ámbito hasta donde la vista alcanza, concentra a esa hora toda la vida tropical.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">El padre echa una ojeada a su muñeca: las doce. Y levanta los ojos al monte. Su hijo debía estar ya de vuelta. En la mutua confianza que depositan el uno en el otro -el padre de sienes plateadas y la criatura de trece años-, no se engañan jamás. Cuando su hijo responde: "Sí, papá", hará lo que dice. Dijo que volvería antes de las doce, y el padre ha sonreído al verlo partir. Y no ha vuelto.</span><o:p></o:p></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">El hombre torna a su quehacer, esforzándose en concentrar la atención en su tarea. ¿Es tan fácil, tan fácil perder la noción de la hora dentro del monte, y sentarse un rato en el suelo mientras se descansa inmóvil?</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">El tiempo ha pasado; son las doce y media. El padre sale de su taller, y al apoyar la mano en el banco de mecánica sube del fondo de su memoria el estallido de una bala de parabellum, e instantáneamente, por primera vez en las tres transcurridas, piensa que tras el estampido de la Saint-Étienne no ha oído nada más. No ha oído rodar el pedregullo bajo un paso conocido. Su hijo no ha vuelto y la naturaleza se halla detenida a la vera del bosque, esperándolo.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">¡Oh! no son suficientes un carácter templado y una ciega confianza en la educación de un hijo para ahuyentar el espectro de la fatalidad que un padre de vista enferma ve alzarse desde la línea del monte. Distracción, olvido, demora fortuita: ninguno de estos nimios motivos que pueden retardar la llegada de su hijo halla cabida en aquel corazón.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Un tiro, un solo tiro ha sonado, y hace mucho. Tras él, el padre no ha oído un ruido, no ha visto un pájaro, no ha cruzado el abra una sola persona a anunciarle que al cruzar un alambrado, una gran desgracia...</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">La cabeza al aire y sin machete, el padre va. Corta el abra de espartillo, entra en el monte, costea la línea de cactus sin hallar el menor rastro de su hijo.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Pero la naturaleza prosigue detenida. Y cuando el padre ha recorrido las sendas de caza conocidas y ha explorado el bañado en vano, adquiere la seguridad de que cada paso que da en adelante lo lleva, fatal e inexorablemente, al cadáver de su hijo.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Ni un reproche que hacerse, es lamentable. Sólo la realidad fría, terrible y consumada: ha muerto su hijo al cruzar un... ¡Pero dónde, en qué parte! ¡Hay tantos alambrados allí, y es tan, tan sucio el monte! ¡Oh, muy sucio ! Por poco que no se tenga cuidado al cruzar los hilos con la escopeta en la mano...</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">El padre sofoca un grito. Ha visto levantarse en el aire... ¡Oh, no es su hijo, no! Y vuelve a otro lado, y a otro y a otro...</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Nada se ganaría con ver el color de su tez y la angustia de sus ojos. Ese hombre aún no ha llamado a su hijo. Aunque su corazón clama por él a gritos, su boca continúa muda. Sabe bien que el solo acto de pronunciar su nombre, de llamarlo en voz alta, será la confesión de su muerte.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">-¡Chiquito! -se le escapa de pronto. Y si la voz de un hombre de carácter es capaz de llorar, tapémonos de misericordia los oídos ante la angustia que clama en aquella voz.</span><o:p></o:p></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Nadie ni nada ha respondido. Por las picadas rojas de sol, envejecido en diez años, va el padre buscando a su hijo que acaba de morir.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">-¡Hijito mío..! ¡Chiquito mío..! -clama en un diminutivo que se alza del fondo de sus entrañas.</span><o:p></o:p></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Ya antes, en plena dicha y paz, ese padre ha sufrido la alucinación de su hijo rodando con la frente abierta por una bala al cromo níquel. Ahora, en cada rincón sombrío del bosque, ve centellos de alambre; y al pie de un poste, con la escopeta descargada al lado, ve a su...</span><o:p></o:p></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">-¡Chiquito...! ¡Mi hijo!</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Las fuerzas que permiten entregar un pobre padre alucinado a la más atroz pesadilla tienen también un límite. Y el nuestro siente que las suyas se le escapan, cuando ve bruscamente desembocar de un pique lateral a su hijo.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">A un chico de trece años bástale ver desde cincuenta metros la expresión de su padre sin machete dentro del monte para apresurar el paso con los ojos húmedos.</span><o:p></o:p></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">-Chiquito... -murmura el hombre. Y, exhausto, se deja caer sentado en la arena albeante, rodeando con los brazos las piernas de su hijo.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">La criatura, así ceñida, queda de pie; y como comprende el dolor de su padre, le acaricia despacio la cabeza:</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">-Pobre papá...</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">En fin, el tiempo ha pasado. Ya van a ser las tres...</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Juntos ahora, padre e hijo emprenden el regreso a la casa.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">-¿Cómo no te fijaste en el sol para saber la hora...? -murmura aún el primero.</span><o:p></o:p></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">-Me fijé, papá... Pero cuando iba a volver vi las garzas de Juan y las seguí...</span><o:p></o:p></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">-¡Lo que me has hecho pasar, chiquito!</span><o:p></o:p></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">-Piapiá... -murmura también el chico.</span><o:p></o:p></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Después de un largo silencio:</span><o:p></o:p></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">-Y las garzas, ¿las mataste? -pregunta el padre.</span><o:p></o:p></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">-No.</span><o:p></o:p></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Nimio detalle, después de todo. Bajo el cielo y el aire candentes, a la descubierta por el abra de espartillo, el hombre vuelve a casa con su hijo, sobre cuyos hombros, casi del alto de los suyos, lleva pasado su feliz brazo de padre. Regresa empapado de sudor, y aunque quebrantado de cuerpo y alma, sonríe de felicidad.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">Sonríe de alucinada felicidad... Pues ese padre va solo.</span><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">A nadie ha encontrado, y su brazo se apoya en el vacío. Porque tras él, al pie de un poste y con las piernas en alto, enredadas en el alambre de púa, su hijo bienamado yace al sol, muerto desde las diez de la mañana.</span><o:p></o:p></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: TimelessTLig, serif; font-size: large;"><br />
</span></b></div>
</div>
<div style="text-align: center;">
<div style="text-align: justify;">
<b><span class="Apple-style-span" style="font-size: large;"><span style="font-family: TimelessTLig, serif;">FIN</span><o:p></o:p></span></b></div>
</div>
</td> </tr>
</tbody></table>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/15788180404346372291noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7967591923384636099.post-63038150415801215122011-02-09T15:32:00.001-08:002012-11-10T16:59:04.728-08:00UN EXPRESO DEL FUTURO. Julio Verne<span class="Apple-style-span" style="color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 15px;"></span><br />
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;">-A</span><span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>nde con cuidado -gritó mi guía-. ¡Hay un escalón!</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Descendiendo con seguridad por el escalón de cuya existencia así me informó, entré en una amplia habitación, iluminada por enceguecedores reflectores eléctricos, mientras el sonido de nuestros pasos era lo único que quebraba la soledad y el silencio del lugar.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>¿Dónde me encontraba? ¿Qué estaba haciendo yo allí? Preguntas sin respuesta. Una larga caminata nocturna, puertas de hierro que se abrieron y se cerraron con estrépitos metálicos, escaleras que se internaban (así me pareció) en las profundidades de la tierra… No podía recordar nada más. Carecía, sin embargo, de tiempo para pensar.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<b><span class="Apple-style-span" style="color: white; font-size: 12px;"></span></b><br /></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Seguramente usted se estará preguntando quién soy yo -dijo mi guía-. El coronel Pierce, a sus órdenes. ¿Dónde está? Pues en Estados Unidos, en Boston… en una estación.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>-¿Una estación?</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>-Así es; el punto de partida de la Compañía de Tubos Neumáticos de Boston a Liverpool.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Y con gesto pedagógico, el coronel señaló dos grandes cilindros de hierro, de aproximadamente un metro y medio de diámetro, que surgían del suelo, a pocos pasos de distancia.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Miré esos cilindros, que se incrustaban a la derecha en una masa de mampostería, y en su extremo izquierdo estaban cerrados por pesadas tapas metálicas, de las que se desprendía un racimo de tubos que se empotraban en el techo; y al instante comprendí el propósito de todo esto.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>¿Acaso yo no había leído, poco tiempo atrás, en un periódico norteamericano, un artículo que describía este extraordinario proyecto para unir Europa con el Nuevo Mundo mediante dos colosales tubos submarinos? Un inventor había declarado que el asunto ya estaba cumplido. Y ese inventor -el coronel Pierce- estaba ahora frente a mí.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Recompuse mentalmente aquel artículo periodístico. Casi con complacencia, el periodista entraba en detalles sobre el emprendimiento. Informaba que eran necesarios más de tres mil millas de tubos de hierro, que pesaban más de trece millones de toneladas, sin contar los buques requeridos para el transporte de los materiales: 200 barcos de dos mil toneladas, que debían efectuar treinta y tres viajes cada uno. Esta “Armada de la Ciencia” era descrita llevando el hierro hacia dos navíos especiales, a bordo de los cuales eran unidos los extremos de los tubos entre sí, envueltos por un triple tejido de hierro y recubiertos por una preparación resinosa, con el objeto de resguardarlos de la acción del agua marina.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Pasado inmediatamente el tema de la obra, el periodista cargaba los tubos (convertidos en una especie de cañón de interminable longitud) con una serie de vehículos, que debían ser impulsados con sus viajeros dentro, por potentes corrientes de aire, de la misma manera en que son trasladados los despachos postales en París.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Al final del artículo se establecía un paralelismo con el ferrocarril, y el autor enumeraba con exaltación las ventajas del nuevo y osado sistema. Según su parecer, al pasar por los tubos debería anularse toda alteración nerviosa, debido a que la superficie interior del vehículo había sido confeccionada en metal finamente pulido; la temperatura se regulaba mediante corrientes de aire, por lo que el calor podría modificarse de acuerdo con las estaciones; los precios de los pasajes resultarían sorprendentemente bajos, debido al poco costo de la construcción y de los gastos de mantenimiento… Se olvidaba, o se dejaba aparte cualquier consideración referente a los problemas de la gravitación y del deterioro por el uso.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Todo eso reapareció en mi conciencia en aquel momento.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Así que aquella “Utopía” se había vuelto realidad ¡y aquellos dos cilindros que tenía frente a mí partían desde este mismísimo lugar, pasaban luego bajo el Atlántico, y finalmente alcanzaban la costa de Inglaterra!</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>A pesar de la evidencia, no conseguía creerlo. Que los tubos estaban allí, era algo indudable, pero creer que un hombre pudiera viajar por semejante ruta… ¡jamás!</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>-Obtener una corriente de aire tan prolongada sería imposible -expresé en voz alta aquella opinión.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>-Al contrario, ¡absolutamente fácil! -protestó el coronel Pierce-. Todo lo que se necesita para obtenerla es una gran cantidad de turbinas impulsadas por vapor, semejantes a las que se utilizan en los altos hornos. Éstas transportan el aire con una fuerza prácticamente ilimitada, propulsándolo a mil ochocientos kilómetros horarios… ¡casi la velocidad de una bala de cañón! De manera tal que nuestros vehículos con sus pasajeros efectúan el viaje entre Boston y Liverpool en dos horas y cuarenta minutos.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>-¡Mil ochocientos kilómetros por hora!- exclamé.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>-Ni uno menos. ¡Y qué consecuencias maravillosas se desprenden de semejante promedio de velocidad! Como la hora de Liverpool está adelantada con respecto a la nuestra en cuatro horas y cuarenta minutos, un viajero que salga de Boston a las 9, arribará a Liverpool a las 3:53 de la tarde.¿No es este un viaje hecho a toda velocidad? Corriendo en sentido inverso, hacia estas latitudes, nuestros vehículos le ganan al Sol más de novecientos kilómetros por hora, como si treparan por una cuerda movediza. Por ejemplo, partiendo de Liverpool al medio día, el viajero arribará a esta estación alas 9:34 de la mañana… O sea, más temprano que cuando salió. ¡Ja! ¡Ja! No me parece que alguien pueda viajar más rápidamente que eso.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Yo no sabía qué pensar. ¿Acaso estaba hablando con un maniático?… ¿O debía creer todas esas teorías fantásticas, a pesar de la objeciones que brotaban de mi mente?</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>-Muy bien, ¡así debe ser! -dije-. Aceptaré que lo viajeros puedan tomar esa ruta de locos, y que usted puede lograr esta velocidad increíble. Pero una vez que la haya alcanzado, ¿cómo hará para frenarla? ¡Cuando llegue a una parada todo volará en mil pedazos!</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>-¡No, de ninguna manera! -objetó el coronel, encogiéndose de hombros-. Entre nuestros tubos (uno para irse, el otro para regresar a casa), alimentados consecuentemente por corrientes de direcciones contrarias, existe una comunicación en cada juntura. Un destello eléctrico nos advierte cuando un vehículo se acerca; librado a su suerte, el tren seguiría su curso debido a la velocidad impresa, pero mediante el simple giro de una perilla podemos accionar la corriente opuesta de aire comprimido desde el tubo paralelo y, de a poco, reducir a nada el impacto final. ¿Pero de qué sirven tantas explicaciones? ¿No sería preferible una demostración?</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Y sin aguardar mi respuesta, el coronel oprimió un reluciente botón plateado que salía del costado de uno de los tubos. Un panel se deslizó suavemente sobre sus estrías, y a través de la abertura así generada alcancé a distinguir una hilera de asientos, en cada uno de los cuales cabían cómodamente dos personas, lado a lado.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>-¡El vehículo! -exclamó el coronel-. ¡Entre!</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Lo seguí sin oponer la menor resistencia, y el panel volvió a deslizarse detrás de nosotros, retomando su anterior posición.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>A la luz de una lámpara eléctrica, que se proyectaba desde el techo, examiné minuciosamente el artefacto en que me hallaba.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Nada podía ser más sencillo: un largo cilindro, tapizado con prolijidad; de extremo a extremo se disponían cincuenta butacas en veinticinco hileras paralelas. Una válvula en cada extremo regulaba la presión atmosférica, de manera que entraba aire respirable por un lado, y por el otro se descargaba cualquier exceso que superara la presión normal.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Luego de perder unos minutos en este examen, me ganó la impaciencia:</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>-Bien -dije-. ¿Es que no vamos a arrancar?</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>-¿Si no vamos a arrancar? -exclamó el coronel Pierce-. ¡Ya hemos arrancado!</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Arrancado… sin la menor sacudida… ¿cómo era posible?… Escuché con suma atención, intentando detectar cualquier sonido que pudiera darme alguna evidencia.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>¡Si en verdad habíamos arrancado… si el coronel no me había estado mintiendo al hablarme de una velocidad de mil ochocientos kilómetros por hora… ya debíamos estar lejos de tierra, en las profundidades del mar, junto al inmenso oleaje de cresta espumosa por sobre nuestras cabezas; e incluso en ese mismo instante, probablemente, confundiendo al tubo con una serpiente marina monstruosa, de especie desconocida, las ballenas estarían batiendo con furiosos coletazos nuestra larga prisión de hierro!</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Pero no escuché más que un sordo rumor, provocado, sin duda, por la traslación de nuestro vehículo. Y ahogado por un asombro incomparable, incapaz de creer en la realidad de todo lo que estaba ocurriendo, me senté en silencio, dejando que el tiempo pasara.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Luego de casi una hora, una sensación de frescura en la frente me arrancó de golpe del estado de somnolencia en que había caído paulatinamente.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Alcé el brazo para tocarme la cara: estaba mojada.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>¿Mojada? ¿Por qué estaba mojada? ¿Acaso el tubo había cedido a la presión del agua… una presión que obligadamente sería formidable, pues aumenta a razón de una “atmósfera” por cada diez metros de profundidad?</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Fui presa del pánico. Aterrorizado, quise gritar… y me encontré en el jardín de mi casa, rociado generosamente por la violenta lluvia que me había despertado. Simplemente, me había quedado dormido mientras leía el articulo de un periodista norteamericano, referido a los extraordinarios proyectos del coronel Pierce… quien a su vez, mucho me temo, también había sido soñado.</b></span></div>
<div style="background-color: transparent; border-width: 0px; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15px; margin: 0px 0px 18px; outline-width: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span class="Apple-style-span" style="color: white;"><b>Fin.</b></span></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/15788180404346372291noreply@blogger.com